Está claro que lo mejor es no preguntar, es simplemente hacer las cosas porque si. Pero ese no es mi estilo… hace mucho tiempo, como todos, me pregunté el “por que de las cosas”… el significado de la vida, el por que hacemos lo que hacemos o actuamos como actuamos. Cuando me decían esto, siempre pensé que era absurdo, pero no… el por que es: “porque si, por otra persona”. Somos seres sociales nos guste o no, cada uno de nosotros es una pieza de un puzzle y si no tuviéramos nuestras marcas para encajar no tendríamos porque, seriamos un cero a la izquierda, sin sentido ni significado podríamos dejar de existir cuando nos placiera. Eso pensé hace tiempo, mucho tiempo, a todos llega tarde o temprano.
Ahora que ya sabemos el porque se me antoja otra cuestión… “¿Cómo? ¿Qué?”… he de hacer para cumplir ese porque. Sabéis, para vivir ese porque, esa felicidad idealizada, hay que entrar en una espiral… Para vivir con la persona que queremos necesitamos dinero, simple y llanamente, una casa no se paga sola, la comida no se paga sola… para conseguirlo hay que trabajar, y para ello hay que estar ocho horas invirtiendo esfuerzo que teóricamente se nos remunera. Para trabajar hay que renunciar… renunciar a tu libertad. No puedes elegir tu trabajo, no puedes elegir dejar de hacerlo, no puedes elegir una casa, ni sus muebles porque están limitados a tu sueldo, no puedes elegir trabajar menos, tienes que renunciar a tu tiempo, a tu forma de vestir, de ser, de sentir… Un maldito esclavo en una espiral interminable en la que la libertad es una mera palabra que llena bocas y alimenta la esperanza de los ciegos.
“Podemos elegir un gobierno, es diplomacia” Elige, será lo mismo.
“Podemos elegir trabajar o no” Hazlo y muere de hambre.
“Podemos elegir donde trabajar” Que más da, eres una cifra… que más da si trabajas en una empresa subcontratada que ahora realiza la limpieza de un hospital, en vez del propio departamento de limpieza del hospital a los que despidieron. El resultado es el mismo en la cola del paro.
Me siento frustrado, dominado por un sistema muy inteligente que me obliga ha hacer cosas que no quiero y que se autoabastece, me siento fustigado por un látigo en la que ambos de sus extremos son puntas que castigan a todos. No entiendo como podemos seguir viviendo así… y no, no me quejo de trabajar… porque no me considero especial o diferente… ¿Quién quiere trabajar? nadie, ¿Por qué nadie se queja formalmente? ¿Por qué no cambian las cosas? Porque no interesa, por miedo al cambio, por lo que sea… Nada de lo que nosotros hagamos servirá de nada más que alimentar el sistema, que hippie suena, que abofeteable es esta expresión… pero me negareis su evidencia: sabemos como somos, nos aprovechamos de ello para atarnos, esclavizarnos y sacar el máximo beneficio.
No soy un trabajador modelo, no doy gracias por mi puesto de trabajo, ni por mi sueldo. No siento devoción absurda por mi empresa, si cobrara más le pondría una bomba sin dudar. Estaría obligado a ello, si trabajara… pero ni tan siquiera trabajo. Suena raro, eh? Me quejo de que me siento obligado de buscar un empleo, sin apenas saber lo que es… para simplemente vivir el “porque” me hace levantarme cada mañana, para estar con ella. Pero sabéis? Ella empieza a trabajar hoy: es tan joven como yo, y es un trabajo de mierda, ni siquiera es media jornada, un trabajo que a mi siempre me ha parecido humillante… pero no hay nada más, y de poder ELEGIR sería yo quien fuera… no se lo merece. Sabéis lo mejor? El próximo 15 vuelvo a estudiar, y espero encontrar un empleo del que quejarme que pueda compaginar. Y sabéis lo mejor absolutamente? Que aunque lo hago por ella, para en un futuro estar mejor con ella, no me quedará tiempo para verla. Una cosa contradice la otra, curioso eh?.
El sistema apesta, no quiero estar en él, pero al final… todos acabamos pasando por el aro, todos acabamos siendo normales, todos acabamos encadenados a una rutina, a una forma de pensar formalizada. Y toda esta idea me asquea.
Aunque estar con la persona que deseamos es lo mejor, lo que nos completa y nos hace felices… somos un burro que persigue una zanahoria colgada de un palo.
Ahora que ya sabemos el porque se me antoja otra cuestión… “¿Cómo? ¿Qué?”… he de hacer para cumplir ese porque. Sabéis, para vivir ese porque, esa felicidad idealizada, hay que entrar en una espiral… Para vivir con la persona que queremos necesitamos dinero, simple y llanamente, una casa no se paga sola, la comida no se paga sola… para conseguirlo hay que trabajar, y para ello hay que estar ocho horas invirtiendo esfuerzo que teóricamente se nos remunera. Para trabajar hay que renunciar… renunciar a tu libertad. No puedes elegir tu trabajo, no puedes elegir dejar de hacerlo, no puedes elegir una casa, ni sus muebles porque están limitados a tu sueldo, no puedes elegir trabajar menos, tienes que renunciar a tu tiempo, a tu forma de vestir, de ser, de sentir… Un maldito esclavo en una espiral interminable en la que la libertad es una mera palabra que llena bocas y alimenta la esperanza de los ciegos.
“Podemos elegir un gobierno, es diplomacia” Elige, será lo mismo.
“Podemos elegir trabajar o no” Hazlo y muere de hambre.
“Podemos elegir donde trabajar” Que más da, eres una cifra… que más da si trabajas en una empresa subcontratada que ahora realiza la limpieza de un hospital, en vez del propio departamento de limpieza del hospital a los que despidieron. El resultado es el mismo en la cola del paro.
Me siento frustrado, dominado por un sistema muy inteligente que me obliga ha hacer cosas que no quiero y que se autoabastece, me siento fustigado por un látigo en la que ambos de sus extremos son puntas que castigan a todos. No entiendo como podemos seguir viviendo así… y no, no me quejo de trabajar… porque no me considero especial o diferente… ¿Quién quiere trabajar? nadie, ¿Por qué nadie se queja formalmente? ¿Por qué no cambian las cosas? Porque no interesa, por miedo al cambio, por lo que sea… Nada de lo que nosotros hagamos servirá de nada más que alimentar el sistema, que hippie suena, que abofeteable es esta expresión… pero me negareis su evidencia: sabemos como somos, nos aprovechamos de ello para atarnos, esclavizarnos y sacar el máximo beneficio.
No soy un trabajador modelo, no doy gracias por mi puesto de trabajo, ni por mi sueldo. No siento devoción absurda por mi empresa, si cobrara más le pondría una bomba sin dudar. Estaría obligado a ello, si trabajara… pero ni tan siquiera trabajo. Suena raro, eh? Me quejo de que me siento obligado de buscar un empleo, sin apenas saber lo que es… para simplemente vivir el “porque” me hace levantarme cada mañana, para estar con ella. Pero sabéis? Ella empieza a trabajar hoy: es tan joven como yo, y es un trabajo de mierda, ni siquiera es media jornada, un trabajo que a mi siempre me ha parecido humillante… pero no hay nada más, y de poder ELEGIR sería yo quien fuera… no se lo merece. Sabéis lo mejor? El próximo 15 vuelvo a estudiar, y espero encontrar un empleo del que quejarme que pueda compaginar. Y sabéis lo mejor absolutamente? Que aunque lo hago por ella, para en un futuro estar mejor con ella, no me quedará tiempo para verla. Una cosa contradice la otra, curioso eh?.
El sistema apesta, no quiero estar en él, pero al final… todos acabamos pasando por el aro, todos acabamos siendo normales, todos acabamos encadenados a una rutina, a una forma de pensar formalizada. Y toda esta idea me asquea.
Aunque estar con la persona que deseamos es lo mejor, lo que nos completa y nos hace felices… somos un burro que persigue una zanahoria colgada de un palo.
Q U E A S C O .
