viernes, 7 de diciembre de 2007

Historia de Kelembor, Señor del Fin de los Tiempos (Anexo).

Y para a los que no os diga nada la pasada entrada... hoy tiro la casa por la ventana y hago dos. Esta vez, se trata del anexo que nunca publiqué en los foros de La Perla Negra y que fue mi carta de presentación en Piratas de Azeroth. Tiene unos 3 años, puramente inspirada en las narraciones del codex de los enanos del Warhammer. ¡Que no se diga!


[ Durgrim Melenarroja entró como de costumbre en la taberna al atardecer. Ya había muchos que habían caído ante el alcohol... Se sentó en la barra y le hizo un gesto cotidiano al camarero mientras le pedía a la moza del bar que le llenara la pipa.
Una gran multitud rodeó al viejo martillador, sus historias eran conocidas a lo largo del viejo mundo, y estos esperaban que alguna de las grandes se dejara caer hoy por la taberna.
La camarera servia a la multitud sin parar pues cuando Durgrim llegaba era el momento de más negocio. De repente el esperado momento llegó:

¿Habéis oído hablar de Kelembor?- La multitud movió la cabeza de lado a lado, incapaces de pronunciar ninguna palabra en su estado, pero un montaraz anunció que si antes de desmayarse- No me extraña que solo uno de vosotros conozca de su existencia... Para vuestra información es un rey enano, el rey de los expatriados y renegados, el rey de los Hojasrotas.

Hace tiempo la ciudad de Karaz-a-Karak (cerca de Ironforge, era la antigua fortaleza enana) entró en guerra, eso paso cuando yo me estrené como martillador, contra los pieles verdes. Un joven enano se presentó ante el rey pidiendo el cargo de señor enano, el rey al no conocer de su existencia le pidió su nombre, antepasados y lugar de nacimiento. El enano respondió: Mi nombre es Kelembor, mis antepasados vivieron en Karak-ocho-picos (al extremo más oeste de Ironforge) donde también nací.
Sus palabras no acostumbraban a ser abundantes- dijo Durgrim- solo decía lo que se le pedía.
- la poca multitud que quedaba sobria estaba muy atenta, la taberna estaba tan silenciosa que nadie se atrevía a pedir otra ronda y la voz de Melenarroja resonaba entre las paredes-.

-Durgrim prosiguió- El rey no le dio el cargo de señor enano pero parecía muy potente en batalla y lo quería preservar cerca, le mandó hacerse martillador. Kelembor se retiró la capa y de su cinto sacó una gran hacha que hacía un cuarto más que él, tres runas brillantes estaban gravadas en ella y parecía vieja y altamente usada en batalla. Kelembor dijo: Nunca me he separado de esta hacha y ahora no la cambiaré por un martillo solo por la orden de un rey. Estoy de acuerdo en hacerme martillador pero me niego a usar un arma distinta a ésta.
El rey sorprendido por su respuesta, valiente y atrevida, la aceptó.
La guerra estalló durante la noche. Eran unas tres mil unidades orcas acompañadas de cinco gigantes. Nosotros éramos unos cien y aún gracias... Karaz-a-Karak podía caer esa noche. Los ánimos estaban por los suelos cuando se oyó la voz de Kelembor retumbando en el valle: Somos pocos pero aún así lucharemos con honor y si hace falta moriremos con honor. Que vuestras armas corten tantas cabezas como aliento os quede. Que la caída de las ciudades en manos de los pieles verdes no haya sido en vano!!!
Todos los enanos gritaron ferozmente y sin esperar la orden del rey cargaron contra los orcos.
Kelembor estaba a mi derecha y su hacha brillaba en rojo, mi martillo brillaba en blanco pero con menos intensidad. Kelembor no parecía mucho mayor que yo. En sus ojos se veía un esplendor que inspiraba una rabia incomprensible, motivaba temor.
Llegamos ante los pilesverdes. El hacha de Kelembor multiplicó su esplendor y de un solo golpe tres enemigos cayeron. Arqueros orcos dispararon flechas contra el rey. Kelembor se encontraba cerca, corriendo a interponerse en su trayectoria, los proyectiles le impactaron con fuerza, se arrodilló en el suelo herido pero con una extraña sonrisa. Entro en un estado de furia y se levanto tumbando a los orcos que tenia en frente.

- El camarero y la moza no se movían del lado de Durgrim mientras explicaba la historia. Las gargantas de algunos enanos estaban secas y muchos de los residentes en la taberna habían salido de su embriaguez y atendían a la narración-.

Kelembor machacaba sin cesar los orcos que estaban a su alcance, de repente un gigante se planta ante él, aplastando a los orcos que luchaban. Sin pensárselo dos veces, el enano clavó el hacha con fuerza en el pié del gigante, este tontamente se inclinó para ver que había pasado. La cabeza del gigante entro en el alcance del hacha y esta fue hundida en la frente del monstruo que se derrumbó hacia atrás aplastando a unos treinta orcos.
Los enanos al ver tal proeza se animaron...
La victoria fue para los enanos que se retiraron para curar sus heridas. Solo dos de nosotros, Kelembor y yo, nos quedamos rematando los orcos que yacían en el suelo sin estar muertos. Yo lo hice porque quería pasar más tiempo junto a él (me parecía fascinante y poderoso). Cuando realmente hubo un mar de cadáveres verdes el hacha de Kelembor dejó de brillar.
El rey hizo llamarnos. Dirigiéndose a Kelembor pronunció: Has luchado como el rey que esta noche no he podido ser. Acepta mi cargo que te has ganado bravamente.
Kelembor respondió: Gracias por su oferta pero no la acepto, soy un enano expatriado y viajo con el fin de venganza, y esta no será saldada hasta que todos los pieles verdes sean extinguidos. No puedo aceptar quedarme en un sitio fijo, debo continuar mi peregrinaje.
El rey dijo: Para los enanos, a partir de ahora, siempre serás un rey. ¿Cual es tu apellido? Nunca lo pronunciasteis.
Kelembor: Nunca conocí a mi familia, durante mi infancia fui torturado y esclavizado por los invasores de Karak-ocho-picos. Por el grimorio de mi padre sé que mi linaje se hacía llamar Azkor.
El rey se quedo pensativo y vio como bajo de sus pies habían gotas de sangre que seguramente habían salido de sus heridas y de la hacha que tanto había cortado...
Rey: Durgrim!, acompaña a Kelembor a un aposento para que sea sanado, después escribe su biografía en un libro. Por favor, Kelembor, explícale tu vida a este martillador.
Kelembor: Así lo haré, pero en cuanto termine proseguiré mi peregrinaje.
Rey: Estupendo, llevaos con vos vuestra armadura de martillador como recuerdo.

Nos retiramos a los aposentos donde descubrí que diez flechas estaban clavadas en la piel del enano, se las quité y sanee las heridas.
Me puse en la faena de escribir su vida. Tres días estuvimos en ello.
En todo este tiempo me contó que es descendiente de la perdida nobleza de Karak-ocho-picos; que no conoció a su familia porque fue aniquilada por los invasores orcos; que su infancia fue una tortura por parte de los invasores; y que se juró, aunque sea lo último que haga en la vida, que acabaría con los pieles verdes y con la horda que respaldó la invasión orca. Por lo que se ve ha vivido una vida muy ajetreada. Cuando terminamos se levantó y se fue a continuar su peregrinaje.
Antiguamente, Kelembor, logró reclutar un ejército de enanos (todos eran renegados o simples buscadores de fortuna) que se llamó Hojasrotas... pero este cayó en un último intento por reconquistar Karak-Ocho-Picos... El enano sobrevivió de milagro y, en su momento, fue rescatado por un extraño conjunto de personas, se hacían llamar “Piratas de Azeroth”. Hoy en día, Kelembor, forma parte de este conjunto y esta decidido a luchar por ellos hasta la muerte, ya que les debe la vida.

La historia ha terminado, creedla o no es vuestra elección, pero yo la creería.- Durgrim engulle su último trago de cerveza y con la pipa encendida se levanta, de una bolsita que tiene ceñida a su cinto saca un libro cuyo titulo es “Kelembor, Dios de la Guerra”. Lo recoge todo y se va. En cuanto ha salido de la sala se oye en la taberna “¡¡¡Una ronda de cerveza en honor a Kelembor!!!”-. ]

1 comentario:

Anónimo dijo...

:) ya te lo dije cuando la publicaste en Piratas y te lo vuelvo a decir, ¡Chapo! jeje :)