He vuelto para hablar de las Navidades.

Tras las vacaciones, en las que no me apetecía demasiado escribir, vuelvo a actualizar.

Esta vez, toca hacer una autorreflexión de estas pasadas navidades… para todos aquellos que esperaban que los Reyes Magos les trajeran más cosas, o que estaban taciturnos pensando en que ha sido unas malas Navidades. Os expongo mis vivencias para que os reconforten.

Estas navidades, la verdad es que el capital de mi familia no ha sido para tirar cohetes. No ha habido regalos, no ha habido copiosas comidas (en mi casa no, suerte que mi abuela nos invitó algún día)… ni tan siquiera un miserable polvorón. El PC se me rompió (aunque como veis ya lo logré arreglar tras varias semanas) a causa de un ataque vírico, y nuestra televisión pasó a mejor vida (y para esta si no hay esperanza de arreglarla). Aunque no me lleve explícitamente bien con mi padre, es mi padre y le quiero… pues dentro de 2 semanas, que es cuando tiene pensado venir, hará 10 meses que no le veo.

Sé que suena bastante deprimente, pero es la verdad y, aunque no tengo porque contarla, la comparto con vosotros para que apreciéis lo que realmente tenéis.

Afortunadamente, la salud nos ha sonreído… es el primer año de mi vida que en mi casa nos libramos de la gripe. Y otro tanto fue que el pasado día 5 cumplí mis 18 años, un hecho que pienso aprovechar para encontrar un buen trabajo y vivir un mejor año, y que las siguientes Navidades las pase como Dios manda.

Como veis, mi único deseo (tanto como nuevo año como por aniversario) es que los siguientes 12 meses sean mejores que los anteriores.