jueves, 13 de marzo de 2008

Historia de Kelembor, Señor del Fin de los Tiempos (Parte 3)

[ En la occidental y portuaria ciudad de Theramore, conocería al paladín Akiles y a la maga Itaca, capitanes de la nave “La Perla Negra”. Su objetivo no sería otro que viajar al Núcleo para redimir viejos demonios... encontraría mi pasaje en ellos, formando parte de la tripulación. No aguanté mucho más y durante la travesía sucumbiría a las sombras dejando cobrar forma corpórea a Muerte. La batalla había llegado. Enfurecí, volviendo a mi odiado estado natural de guerrero sin luz, ni estandarte ni compasión... el Dios de la Guerra cobraría forma en mí, que sin perder la conciencia, batallaría una última vez contra mi eterno rival. No recuerdo ni el como ni el porque... ingente cantidad de magia negra... el ritmo frenético de la batalla, intercambiando golpes en los que mi hacha se quebró, no antes de partir en dos a Muerte. Había vencido. Instantáneamente el mismísimo Arcangel y Guardián del Equilibrio Tyrael aparecería. Era el momento de elegir: ¿un poder inimaginable, eterno pero convertirme completamente en algo distinto... o morir y eliminarlo por completo?

Sería entonces cuando mi padre interferiría. Mi guardián desde que se supo la herencia como próximo Señor del Fin de los Tiempos, siempre etéreo y vigilante desde la sombra... Sin embargo el paladín (mi padre) no lograría su descanso eterno jamás y buscaría poderse encarnar de nuevo... ¿quien mejor huésped que tan poderoso ser como el Fin de los Tiempos? Y ante la confusa mirada de Tyrael, mi padre tomo mi mente y mi cuerpo para decidir aceptar ambos tronos. Y a continuación el Arcángel pronunció:
“Sea así pues. El poder de lo inimaginable te pertenecerá. No obstante, pertenecerá a Kelembor, no a su padre. Siendo así que el supuesto cambio que la aceptación de ambos tronos supondría recaerá en la eterna alma de tu padre, cayendo para siempre en el purgatorio. El antiguo Señor de los Tiempos dejó a su predecesor seis objetos de poder, deberás encontrarlos y conseguirlos para completar tu sino. Con ellos combatirás la última batalla.”
Así pues, Kelembor el nuevo Señor del Fin de los Tiempos cabalgaría por la Tierra juntos a sus nuevos compañeros, La Perla Negra.

“Seis tesoros serán su objetivo.
Forjados en el otro mundo, seis tesoros poseerá.
Sobre su frente la corona lo verá todo
y su ojo abierto traerá la desgracia al pueblo mortal.
Será entonces cuando cabalgue por el mundo,
en el que los dos se harán uno solo.
Será entonces cuando el mundo sepa
que la última guerra ha dado comienzo.
La ira será su sustento y la sangre será su vino.
El hijo de un rey será el elegido.
Prosperará en el poder y su nombre será la gloria.
Y con la llegada de el fin de los tiempos,
lo viejo caerá en manos de lo nuevo.”
-La Profecía del Destino.
Del Libro Celestino de la Adivinación,
por Necrodomo el Loco.

Pasaron los meses desde mi tomo de poder. Nunca más supe de Taretha, como si no hubiera existido... como si hubiera sido mi verdadero guardián y guía...
Con el tiempo mis viejas gestas de batalla se sabrían entre mis nuevos compañeros: la defensa de Karak-a-Kazak en la que supuestamente participé (no lo recuerdo...) incluso había sido plasmada en un libro cuyo título sería mi propio nombre. Mi capacidad estratégica y mi nuevo inmenso poder me traerían gran reputación entre la Perla Negra, en la que ascendí de rango a gran velocidad. Terminé siendo (y sigo) Oficial de los Guerreros, llevándoles con coraje a las batallas que mi nuevo clan debería enfrentar. El mal del Viejo Mundo era mucho mayor de lo que conocía, y aún quedaba muchísimo por conocer... Purgar este mal sería la tarea de la Perla, y junto a ellos lo haré. No obstante no puedo olvidar mi nueva condición y debo cumplir con mi destino, mi poder actualmente no es poco mayor que el de cualquier mortal; de la unión de los seis objetos de mi antecesor depende que así sea. ]

1 comentario:

Homo Insanus dijo...

XDDDDD
Muy bueno, ya te aproximas a la época en la que entré en la Perla.