sábado, 21 de junio de 2008

Historia de Kelembor, Señor del Fin de los Tiempos (Parte 5)

[ Meses después, Razorgore el Untamed, primer Guardián del Baluarte de Nefarius era derrotado, y casi medio año después caería el Guardián de los Cielos, Vaelstraz, que yacía bajo el control de Lord Victor... fueron luchas sorprendentes, legendarias, que se cuentan entre susurros. Nuestra meta era cada vez más próxima, pero vivimos en un mundo en constante cambio, un gran cataclismo ocurriría.
El viejo Portal Oscuro, creado por Medivh, había vuelto ha abrirse... las viejas tierras de Draenor gritaban de furia. En las tabernas se hablaba del regreso de la Legión Ardiente y del condenado Illidan... tiempos aciagos nos tocaría pasar: fuera lo que fuera, de seguro no sería algo bueno. Fuerzas de las diferentes razas entraron en el Portal, ninguna con regreso... Días después volvería ante mí el Guardián: Tyrael.

“Hasta la fecha tu poder solo se basó en el armamento de tu predecesor, Morkar. Él tuvo que elegir y forjar su destino, eligiendo servir al Caos. Es ahora tu momento. El poder que llace en Terrallende supera cualquier cosa que hayas conocido, y la urgencia con la que debe ser purgado es mil veces mayor incluso que Lord Victor Nefarian. Allí deberás tomar tu decisión, tu bando. Parte rápido, Kelembor, Señor del Fin de los Tiempos... y recuerda que conocer el camino no significa tener que seguirlo.”

Y así me dispuse, camino a las Tierras Malditas, justo al Sur. Y nada más cruzar el Portal, una voz terrorífica y dulce a la vez... se me encogió el corazón.

“No estáis preparados...”


Han pasado tres años desde la llegada de la Perla Negra a Draenor. Juntos hemos combatido contra incontables enemigos en estas tierras extrañas. Sigo sin acostumbrarme a ver ciertas cosas, vivir en unas tierras sostenidas por un vórtice espacial... esas cosas no me las explicaron de pequeño. Por suerte, ahora conozco mejor que nunca la naturaleza de mis enemigos naturales: los orcos... y espero que sirva de algo.
La torre de Medivh, Karazhan, ya ha sido purgada de su tormento. Una gran contienda de no muertos y demás seres infames se apoderó del poder errante del mago, tomando la torre para no muy buenas intenciones. Han sido meses de asedio, no fue fácil... pero el hechicero ya puede descansar en paz.
Uno de los siete conocidos gronn (los inmortales semidioses de la raza ogra), Gruul el asesino de dragones, también ha sido enviado hacia el infierno junto a su lugarteniente Maulgar, su concilio y su descendencia entera. Así pues, toda su caverna y su existencia han sido eliminadas.
Nuestro actual destino será la mazmorra submarina que la matrona naga, Lady Vashj, ha construido. Elementales y alimañas de todo tipo custodian el camino al trono de la ex-elfa, que una vez más causa horror bajo el custodio de Illidan... No será cosa fácil vencer a un ente tan mítico, la gente habla de esta nueva Legión mucho peor que la anterior... y eso me pone eufórico: tengo ganas de probar mi nuevo poder.
Poco a poco he ido suplantando el armamento de Morkar por el mío propio. Un claro ejemplo es mi nueva arma en sustitución de la Sulfuras. Forjada por mí mismo con el poder del Trono de la Muerte que yace en mí interior... la Zanbrin, Bloodmoon para los humanos, un hacha de batalla rúnica. Emana sangre de su interior, goteando por la hoja, como si contuviera vida entre su acero milenario... forjada con los restos del hacha de mi familia y partes de la misma Sulfuras.
No solo el equipo ha cambiado en mí, hay algo que no va bien. Vago por las noches, inquieto, por las ciudades... viajo a zonas en las que ya estuve buscando algo, como si lo hubiera perdido. Y cuando vuelvo a Azeroth a través del portal no puedo evitar mirar hacia el norte... el Trono Helado late, mi nueva Corona de la Dominación me lo muestra y entonces le veo a él... sentado, amenazante, empuñando con fuerza la Agonía de Escarcha y observándome a través del yelmo de Ner’zhul... Arthas, el Rey Lich. Y entonces, una sensación que ya había olvidado, el miedo me recorrió de arriba abajo... haciendo resbalar de mi puño el hacha. Mi paranoia me ha vuelto más reservado si cabe, como cuando evitaba al gentío por mi posesión de Furia, y tal vez tan inestable como entonces. Instintivamente cuando lucho vuelvo a disfrutar de ello, desato todo mi poder aunque sea una miserable batalla en la que no lo necesitara y ni tan siquiera me cansa, vuelvo a ser el sanguinario asesino frenético... pero mucho más peligroso: en parte consciente y con el poder de lo inimaginable. Esto ya me ha costado mi cargo de Oficial y con razón: en la batalla contra Gruul fallé un golpe, enfureciendo de tal manera que partí en dos a uno de mis compañeros para seguir batallando contra el gronn... no era mi intención ni mucho menos, pero lo decidí así e incluso disfruté de ello. Soy incapaz de dormir, la sombra de Illidan azota todo Terrallende mientras que la mirada de Arthas me congela la cordura y mi corazón... no sé que pretende, pero empiezo a intuir todo el significado del primer trozo de la profecía: ¡que Bhaal acabe conmigo antes de que sea demasiado tarde! ]

2 comentarios:

Anónimo dijo...

M encanta. Tus relatos me ubican mejor en la historia del WoW, en la cual ando realmente perdido.

/need more

Anónimo dijo...

jaja, enano, siempre dandole tu punto inconfundible, me acuerdo de aquellos tiempos en gnomeregan xD cuando interpretabas el papel, con taretha y katy xDDD