lunes, 19 de noviembre de 2007

Salir, beber, el rollo de siempre... ¿no?

Así lo afirma Extremoduro, y lo recalco. Muchos han sido los que han contribuido en la aceptación social del alcohol, los 60 y 70 abrieron las puertas principales para él.
Groucho Marx, para mi el más inteligente actor hasta la fecha, afirmaba “Bebo para hacer más interesantes a las personas”.
Janis Joplin, se excusaba en su exceso de alcohol y drogas varias con “Algo que siente tan bien no puede ser tan malo”. El 4 de octubre de 1970 había sido un buen día de grabación. Se fue de copas y se emborrachó. A la 1:40, según el forense, murió por sobredosis de heroína.
Metallica, banda mundialmente conocida en la escena del rock y de los bares (bebedores empedernidos), perdió a su mejor bajo (Cliff Burton) en las heladas carreteras de Suecia el 27 de Septiembre de 1986, cuando volcó el autobús que les llevaba aplastando a Cliff, quien había sido salido despedido por la ventana... el conductor estaba borracho.
En cuatro simples párrafos he resumido la aceptación de esta droga líquida, el alcohol, y sus nefastas consecuencias. Día a día, vemos en la tele como un hombre golpea a matar a su esposa estando ebrio, acabando con su infierno de malos tratos prolongado bajo el mismo efecto. Gente de nuestra edad (menores de 20 años) se matan con su vehículo por lo mismo. Peleas callejeras muy duras, provocadas bajo los efectos del alcohol...
Todo esto viene a, que sin saber muy bien lo que hacía, el pasado viernes me vi envuelto en el primer botellón de mi vida. En el linde del río de mi localidad, sin apenas cenar, a espera de que las botellas se acaben o de que llegue la hora de una mierda de concierto (esto es otro tema), para trasladarnos a los chiringuitos y conseguir más. Botellas de no muy alta graduación, que pasaban de boca en boca como quien se parte una botella de agua mineral a 40º en pleno verano... Sin estar acostumbrados a beber, era todo un espectáculo como cambiaban, hacían el gilipollas y caían redondos al suelo... algunos vomitando. Era curioso como bajo este panorama, los raros éramos los dos que no bebíamos... que observábamos atónitos e incluso cabreados a gente que supuestamente conocemos rebajándose a tal punto... solo por diversión. Que cada uno trate a su cuerpo como quiera, de hecho el mío es un vertedero, ¿pero que diversión hay en beber y beber hasta vomitar? “No, no, que yo controlo ¿eh?” Frase célebre, cuyo autor merece recibir una buena hostia en todos los piños... Una persona ebria no tiene control alguno, ni en sus actos, ni en sus palabras, ¿cuantos han terminado follando con alguien que no es su pareja? Por favor... es increíble.
Para más inri, yo que ahora trabajo en un supermercado (si, es lo que hay... por algo se debe empezar) durante toda la tarde y parte de la noche, mogollón de criajos asistiendo en masa a comprar bebidas de graduación considerable, muchos incluso menores. Me puse enfermo al recordar la noche anterior, y eso que no cedí en probar ni una gota. Indignado sería más adecuado.
Jamás negaré una botella a alguien que quiere olvidar o matarse. Pero al próximo que me lo diga para divertirse, entonarse, sentirse más mayor (y es curioso como fuera del recinto llamaban a sus papás para que les fueran a buscar...), ser aceptado socialmente... se llevará un buen golpe de derecha por mi parte... sea quien sea.
Lo mejor de la noche: volver a ver a viejos amigos del colegio que se mantienen al pié del cañón sin necesidad de beber. Dos de ellos, mujeres (si, se merecen este nombre por su madurez respecto a las niñas del botellón... por más edad que tuvieran), demostrándome los bien que les ha tratado el tiempo, muy hermosas como de costumbre, y haciéndome despertar sentimientos que tuve hacía ellas.
Y sobretodo, el apoyo mutuo con Alex, gran amigo de siempre, quien observaba ya con repetida resignación como el grupo que frecuenta, e incluso su pareja... cataban la droga líquida de acción más rápida jamás vista, y aceptada por muchos: claro.
Otro día escupiré en sus botellas.

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